jueves, 13 de octubre de 2016

MEXICO: Constitución de la CDMX. Ideología de género a la luz de tres pilares: Dignidad, Bien Común-Solidaridad y Ciudad Plural

Constitución de la CDMX. Ideología de género a la luz de tres pilares: Dignidad, Bien Común-Solidaridad y Ciudad Plural

FUENTE: http://www.mininterior.gov.co/sala-de-prensa/galeria-multimedia/el-ministerio-del-interior-que-el-punto-sobre-ideologia-de-genero-no-hizo-parte-de-los-acuerdos-de-paz

Filósofos integrantes del "Club los Macabeos”
Última actualización: 12 Octubre 2016
Todo ser humano merece respeto por ser libre, responsable, y por ende digno. Mas la libertad tiene límites fijados por el orden natural y moral. La libertad sin responsabilidad equivale a una derrota del espíritu. No hay libertad del error, sino libertad para fines humanos verdaderos. Se debe respeto y afecto a toda persona humana, no al error o falsedad. Error y falsedad se combaten con las armas limpias de la inteligencia y la voluntad, en alianza con un espíritu de fineza y caridad.


Dos fetiches flagelan al mundo occidental de hoy, el dinero y el sexo. La mayoría no tiene acceso al primero, pero sí al segundo. Sectores significativos de la izquierda ya no tienen como función la defensa del pobre, agobiado de miseria; se han aliado a la gruesa derecha de siempre en materia económica y social. Ahora sustituyen la lucha de clases, la batalla materialista por la justicia, por la lucha de género, elevada hábilmente a la categoría irracional de mito ideológico: felicidad sexual a toda costa, con la pretensión de imponerla a todos, al precio de la misma libertad.
Por otro lado, partes relevantes de la derecha que resultan representativas de los idólatras del dinero, son indiferentes, o incluso contrarias a la batalla secular por la justicia, practicando el "outsourcing" por ejemplo para ruina del trabajador; y a la vez amplios sectores de la misma libran su batalla contra la ideología de género por degradar la polaridad sexual propia de la naturaleza humana.
Así, la mayoría de la izquierda actual yerra doblemente: contra la justicia y la libertad, en sus sentidos plenos. La derecha en grueso, yerra también contra la justicia, haciendo endeble por ello frente al mundo, su lucha legítima contra el mito del género. Por ello, la resistencia contra el error y la falsedad de la ideología de género, se debe completar con la generosa actitud cristiana de la solidaridad sin condiciones. Sólo de esa manera tal resistencia adquirirá plenitud y eficacia. Si no fuera así, se le podría calificar por muchos, de puritanismo farisaico.
Ideología de género
La ideología de género tiene orígenes varios: ateísmo, nihilismo, masonería, aguerridas minorías ideologizantes e ideologizadas, multimillonarios del norte, amigos de limitar la población mundial en aras de intereses de facción. A la vez, múltiples y poderosas organizaciones públicas y privadas  la patrocinan e imponen a través de mecanismos políticos y económicos.
La estrategia que siguen los patrocinadores de tal fetiche es clara: el reduccionismo antropológico. La dimensión del espíritu es eliminada de tajo, para dar lugar a lasobreestimación de la sexualidad, despojada de toda responsabilidad; el placer como meta última, es decir pura animalidad. Sexualidad biológica que deja de ser informada por la parte espiritual de la persona. En otras palabras, somatización antropológica que equivale a rebajar a la persona al nivel de la zoología. Hoy, no hay gran diferencia entre el hombre y el animal. Igualación, ausencia de identidad. El Estado entendido como surtidor e inventor en su caso, de "derechos" para todos, incluyendo a los animales; incluso, hay ocasiones donde se da prioridad al animal frente a la persona humana; sentimentalismo pedestre encubridor de mezquindad para con el prójimo, para tranquilizar conciencias erróneas culpables.
Esa lucha de género, no es una filosofía que parta de la radicalidad objetiva del ser; es una ideología, un fruto de la fantasía, de la opinión de algunos que hacen de ella la fuente de todo supuesto derecho o verdad. Esa ideología, como un huracán, pretende arrasar con todo el orden de la naturaleza, arrancar de raíz toda objetividad de la creación. Y de esa manera, determinar y definir lo que es realidad, al margen de los hechos, de la biología, del sentido racional y común. Transformada en mito, producto de ideas desligadas del ser y de emociones, encandila a no pocos y deviene provocadora.
La perspectiva o ideología de género en su  intento por desconocer el orden dado por la naturaleza –y que obviamente como audaz mito de género, no tiene como propósito promover la equidad de derechos entre hombres y mujeres–, ha trastocado el concepto otrora meramente gramatical de género para convertirlo en ideológico, al afirmar arbitrariamente a espaldas de la ciencia, que no se nace hombre o mujer, sino que es la "cultura" la que produce el sexo que corresponda, identificado y subsumido en el género ideológico y mítico, entendido como percepción subjetiva de cada sujeto, al margen de la rotundidad de la razón y los hechos.
Dicho mito violenta el diseño biológico de la estructura sexual binaria del ser humano: hombre y mujer. No hay otro sexo al arbitrio de la voluntad que aspira a ser todopoderosa en medio del nihilismo destructor de la dignidad humana. No se puede impunemente desconocer la polaridad sexual del ser biológico de la persona, para en adición desimpregnarla de todo sentido superior, de responsabilidad y afecto genuino.
Dicha ideología es en su médula, de corte totalitario. Se quiere imponer por una minoría que en ocasiones por venganza a una reprobable discriminación, pretende que todos se adhieran a la misma, obligándolos a rendirse al placer del sexo, en una especie de establo muy feliz; no se tolera oposición alguna a su pensamiento o acción, deviniendo una actitud antidemocrática. No se reconoce a la mayoría opositora el igual derecho a la palabra veraz; tal minoría aspira a monopolizar la palabra, mas no la veraz, en violación flagrante de los intereses y bienes mayoritarios. Incluso hay la pretensión de hacer de los que se les oponen, rehenes sumisos de su ideología. Los medios a los que se recurre para asegurar sus objetivos, llegan a consistir frecuentemente en la represión encubierta con el ropaje de la "ley". En el fondo de ella subyace una "heterofobia", consciente o inconscientemente.
Es claro que la venganza no genera nada bueno; en lugar de conjurar la discriminación, la agudiza al polarizar a la sociedad, vulnerando la concordia social. Sirvan de ejemplo, los trágicos resultados de la venganza alemana durante la Segunda Guerra, originada en parte por la humillación sufrida en virtud del Tratado de Versalles. La discriminación se debe zanjar con el respeto irrestricto a toda persona, no con ideologías ni mitos que la exacerban.
El respeto de todos a la dignidad de los integrantes de dicha minoría en cuanto personas, no puede significar que se les arrebate a los padres y madres de la mayoría, basándose en dicha ideología, el sagrado derecho de formar a su hijos; que se redefina el concepto dematrimonio a espaldas tanto de la polaridad sexual fundada en el orden natural objetivo, como de la responsabilidad racional y moral que ella entraña en el ser humano; que se subordine el bien superior de los niños y niñas a experimentos como la adopción, que ponen en riesgo el destino de lo más noble de la humanidad (Péguy). No se puede experimentar con la dignidad de la infancia con el pretexto de una ideología contraria a la naturaleza y a la tradición centenaria de la Ciudad, y de inexistentes derechos de minorías.
Además, tras de esa ideología, hay finalidades de control; poseídos y poseídas de animal sexualidad, los seres humanos son presa fácil de manipulación; sus mentes absorbidas por la fuerza telúrica del sexo, dejan de pensar en profundidad. El sexo sin freno, sin respeto al diseño de la estructura humana binaria, como sucedáneo de las exigencias legítimas de justicia, responsabilidad, verdad, bien y dignidad, anula la conciencia y nubla el entendimiento. De estos cinco valores es titular toda persona humana en virtud de la libertad para realizar bienes trascendentes individuales y comunes, no de una falsa independencia del error.
Dignidad y Bien Común
Es clave en estas graves circunstancias, hacer afirmaciones absolutas y valientes, como aconsejaba Romano Guardini en su tiempo también convulso: la naturaleza humana en su integridad, en su compleja totalidad, debe ser considerada -Cassirer comentando a Sócrates-bajo una luz ética y no mítica, pues la primera y no la última, es la que puede responder y conducir al atisbo de la solución a la cuestión esencial que realmente importa, la cuestión del bien y el mal que se sintetiza en la lucha en torno a Dios.
El Bien Común como suma de los bienes de la solidaridad, no es otra cosa que la perfección de la sociedad, como se ha dicho por lúcidos pensadores, y esa perfección consiste en la "organización de la libertad más idónea para la realización simultánea y armónica de las facultades espirituales, morales y físicas del mayor número posible de integrantes de la sociedad o estado". Y el encargado de gestionar dicho Bien es precisamente el gobierno de cada pueblo, de cada nación.
Los gobiernos no tienen como tarea inventar o promover ideologías o falsos derechos que vulneran la concordia social, que polarizan las relaciones de convivencia ya de por si estrujadas por la violencia, la miseria y el odio, reduciendo al mayor número de ciudadanos y ciudadanas a los dictados de grupos minoritarios de personas, que sin duda merecen respeto como tales, pero que no tienen derecho alguno a imponerle, antidemocráticamente, a la mayoría su palabra y su forma de pensar, contrarias a las convicciones seculares del pueblo mayoritario y a la realidad objetiva inmemorial.
Ciudad Plural y Veraz
La verdadera ciudad laica vitalmente impregnada de valores trascendentes, como sugirióMaritain en Humanismo Integral, es plural y vive una tolerancia civil donde se respetan las conciencias, nunca una tolerancia dogmática que impone la libertad del error. Nunca unlaicismo entendido como odio a la Iglesia católica, a sus valores, a su tradición, a su fe insobornable.
Sería alentador que la izquierda anticatólica intentara comprender que la Iglesia está administrada por seres humanos endebles como todos, y que en consecuencia yerra y comete pecados. Por ello, ha pedido perdón con frecuencia inusitada. Y aceptar también que ella, la Iglesia ha cuidado a lo largo de los siglos de los enfermos, sidosos por monjas católicas mexicanas, huérfanos, presos, desterrados, migrantes, leprosos por jesuitas hoy en México, miserables, siervos, esclavos, trabajadores; lo ha hecho por medio de hermanas de la caridad como Teresa de Calcuta, de hombres generosos como Pío de la Pietreccina fundando hospitales, y el Padre Damián en la isla maldita, donando su vida y muriendo leproso, como Francisco de Asís y Vicente de Paul, como los misioneros españoles que redimieron y defendieron al indígena, como Francisco el grande actualmente arropando a los descartados del neoliberalismo, a los perseguidos por el fanatismo, a los migrantes. El Evangelio liberó al hombre y a la mujer de la esclavitud de antes, e intenta ahora redimirlos de la nueva. ¿Cuándo ha pedido perdón la izquierda marxista por sus crímenes, por sus genocidios?
Final
Los católicos en la Cristiada se defendieron legítimamente contra la brutal agresión del régimen de entonces que violó la sagrada libertad de conciencia y religión. Hoy la historia se repite con agresiones ideológicas y legales aún más graves. La resistencia civil pacífica pudiera ser un camino, como lo propuso entonces el mártir Anacleto González Flores. No bastan marchas, críticas y propuestas para el proyecto de constitución; hace falta un espíritu de sacrificio tan caro a la resistencia pacífica: los ayunos individuales y masivos, tanto de religiosos y laicos, jornadas públicas de oración, creación de un periodismo de inspiración católica, tan ausente y tan necesario, sermones explicativos del blanco de la crítica: vincular el Evangelio con las realidades palpitantes de hoy, sin entrar en el terreno político partidista, pero sí en el de la defensa de la doctrina social cristiana y la filosofía católica perenne.
Ya alguien dijo alguna vez: "la principal categoría política de justicia es el reemplazar derechos por obligaciones". La libertad se conquista a través del responder por nuestros actos a diario. La responsabilidad y el afecto pleno no pueden desligarse de una fecunda y sana sexualidad, sometida al superior orden racional. El puro placer no dice nada acerca de la dignidad, sino que por el contrario, la denigra en pura animalidad, en zoología.
En suma, la batalla parece que debe consistir en resistir contra dicha ideología que penetra todo el proyecto de manera astuta, por el uso de un lenguaje con significadas connotaciones ideológicas de carácter perturbador –individualidad sustantiva y autonomía progresiva, por ejemplo–, mediante el fetiche de la ley positiva –vaciada de principios jurídicos fundamentales–.
La batalla debe de ir acompañada de un verdadero celo por la justicia en acatamiento al deber cristiano de solidaridad, por los descartados de los que habla el gran Papa Franciscomás con el ejemplo generoso que con el discurso brillante. Celo que se traduzca en propuestas constitucionales para la ciudad. De esa manera la batalla será contundente desde el punto de vista de la autenticidad moral, y tarde que temprano de su eficacia. Y finalmente, creemos que la misma hay que librarla serenamente, sin aspavientos; con grandeza de alma, con valentía, con afecto por la persona de todos, pero eso sí siendo implacables en la defensa de los valores trascendentes del cristianismo contra el pensamiento que delinque, que va contra la verdad y la vida, conscientes de que al final, triunfará definitivamente el Bien.
Ciudad de México, octubre 4, 2016
"Club de los Macabeos".
* Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen necesariamente la posición oficial de yoinfluyo.com

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