El presidente de la República francesa, Emmanuel Macron, ha asumido el compromiso de gobernar teniendo en consideración a los católicos, que constituyen un sector importante del tejido social

Es probable que ningún católico esperase ver a Emmanuel Macron – hijo predilecto del establishment globalista – ensalzando la labor de la Iglesia católica y defendiendo de la necesidad de restaurar los vínculos entre ésta y el Estado francés, tan dañados en la última centuria. Pues bien, lo ha hecho en una alocución pronunciada ante los purpurados galos; una alocución en la que el presidente de la República también ha reflexionado sobre el verdadero sentido de la laicidad.
Macron, cuyo modelo de sociedad dista sobremanera del católico, se ha referido a la relación entre el Estado francés y la Iglesia: ‘El vínculo entre la Iglesia y el Estado se ha dañado y nos toca repararlo (…) El camino que comparten el Estado y la Iglesia desde hace tanto tiempo hoy está sembrado de malentendidos’, ha advertido el político, que se propone a sí mismo desandar ese camino.
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En este sentido, y previendo las críticas de los sectores izquierdistas galos, Macron ha incidido en la verdadera esencia de la laicidad (recordemos que ya Benedicto XVI habló de la laicidad positiva). ‘La laicidad no tiene como objetivo arrancar de nuestras sociedades las raíces espirituales que nutren a tantos de nuestros conciudadanos’. Una afirmación con la que el presidente galo reconoce que el Estado francés se ha servido del laicismo durante años para erosionar la dimensión espiritual del hombre.
En esta línea, el político ha asumido el compromiso de gobernar teniendo en consideración a los católicos franceses, que constituyen un sector importante del tejido social: ‘En este momento de gran fragilidad social, considero que es mi responsabilidad no dejar que se erosione la confianza de los católicos en los políticos’. Recordemos, en este sentido, que una de las consecuencias del laicismo en Francia ha sido la absoluta exclusión de la fe católica de la vida pública.
Asimismo, Macron ha aprovechado para demandar a los católicos una mayor implicación de la vida política: ‘El compromiso de los católicos es vital y ejemplar para Francia. Pero he venido a pediros más. Pido a los católicos que se comprometan políticamente. Vuestra fe es una parte del compromiso que necesita nuestra política; un compromiso político que sirva a la dignidad del hombre’.

Críticas de la izquierda

La alocución de Macron ante los obispos, trufada de valentía y de verdad, no ha satisfecho a ningún partido político. Así, el presidente galo ha sido criticado tanto por la izquierda (que lo acusa de complacencia con la Iglesia católica) como por el partido de Marine Le Pen (que lo acusa de ‘electoralismo’).
La más cáustica de todas las reacciones ha sido la del presidente de Francia insumisa, Jean Luc Mélenchon, quien ha motejado el discurso de Macron de ‘delirio metafísico’ en su cuenta personal de Twitter: ‘El vínculo entre la Iglesia y el Estado no tiene razón de ser. Macron, en pleno delirio metafísico. Insoportable. Esperamos un presidente y escuchamos a un cura’.
Por su parte, el recién elegido secretario general del Partido Socialista francés, Olivier Faure, ha negado que la Iglesia haya sido excluida alguna vez del debate político: ‘Pero ¿de qué nos hablan? La Iglesia católica nunca ha sido excluida del debate público. ¿Qué vínculo hay que restaurar con el Estado? En una República laica, ninguna fe debería imponerse a la ley. Toda la ley de 1905. Nada más que la ley’
Desde la derecha, la presidente de Agrupación Nacional, Marine Le Pen, ha señalado que el propósito de Macron estriba en ‘anestesiar’ a los católicos y comprar su voto. Un voto del que hoy se benefician, sobre todo, los republicanos.

Macron, en la ambigüedad

La brillante alocución de Macron ante los prelados no debe engañar a los católicos franceses. No en vano, su programa político es básicamente incompatible con la doctrina de la Iglesia: persigue la legalización de los vientres de alquiler, contempla la imposición de la ideología de género en el tejido social y es proclive al aborto.
Antes de la celebración de los comicios presidenciales, la Manif pour Tous alertó del riesgo de una victoria de Macron: ‘Su programa es la continuación de una política antifamilia que se ha impuesto en Francia durante cinco años (…) Es abiertamente antifamilia y piensa antes en el dinero que en el ser humano’
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