Ideología de género: Dios no existe, por Federico Prieto Celi
La civilización occidental inspirada en la herencia judeocristiana está puesta en cuestionamiento por los ideólogos de género, más allá del escándalo del Curriculum Básico Peruano, descaradamente permisivo en 2014 y vestido púdicamente en 2016.
La reacción contra la avalancha permisiva se advierte de distintos modos en el mundo. El ex presidente colombiano Álvaro Uribe ha advertido que detrás del acuerdo con las FARC se esconde, entre tantas cosas increíbles, la defensa de la ideología de género, que pretende introducirse en la constitución colombiana.
La victoria de Donald Trump no es solamente xenofobia o aislacionismo, es igualmente repulsa a la bandera permisiva de Clinton, porque el programa del partido republicano incluye la defensa del matrimonio y no favorecerá el dispendio fiscal en la promoción de la ideología de género.
Los socialismos europeos -francés y español, por ejemplo-, tan proclives a las leyes del matrimonio homosexual, están en crisis. En Francia, Francois Hollande ha declarado que no se presentará a las próximas elecciones presidenciales, porque perdería en la primera vuelta. En España, la crisis del PSOE ha llevado al partido a buscar algún líder que lo saque del hoyo en el que está metido.
El pensamiento cristiano forma parte de la cultura latina, desde hace más de dos mil años, más allá del comentario despectivo del constitucionalista Daniel Soria Luján, que trabaja en una universidad confesional. En la edad contemporánea diferentes pensadores han luchado por erradicar la cultura cristiana. «Dios ha muerto» repiten, con Hegel y con Nietzsche, los ideólogos que quieren centrar en el hombre la realidad, prescindiendo del Dios Creador, Salvador y Espíritu Santo que nos ha dado la vida, nos la mantiene en el tiempo y juzgará de cada uno en el momento de la muerte.
Hay que contrastar los mensajes de la ideología de género hace en el país en el Congreso, el Ministerio de Educación, los medios de comunicación, las universidades, las municipalidades –Susana Villarán lo intentó sin éxito en Lima-, con nuestras convicciones cristianas. Pero ante todo hay que vivir y enseñar la cultura cristiana, basada en el mensaje evangélico. Ese es el reto de los que ahora se llaman “católicos practicantes” como opuestos a los católicos que han sucumbido a lo Jacques Maritain y Henri De Lubac, llamaron la apostasía inmanente.
La enseñanza de religión católica es un curso del currículo básico peruano, por lo que allí hay que poner el acento: que las nuevas generaciones aprendan bien la doctrina cristiana de la Iglesia católica. Por ejemplo, el n. 43 del Compendio del Catecismo dice: “Creer en Dios, el Único, comporta: conocer su grandeza y majestad; vivir en acción de gracias; confiar siempre en Él, incluso en la adversidad; reconocer la unidad y la verdadera dignidad de todos los hombres, creados a imagen de Dios; usar rectamente de las cosas creadas por Él”.
Ese es el punto de partida de la enseñanza sobre el matrimonio y la familia, la pureza y la castidad, el pecado y la penitencia, la lucha ascética y la contemplación de Dios en las cosas ordinarias del trabajo. En ese contexto, tiene pleno sentido que “El sacramento del Matrimonio crea entre los cónyuges un vínculo perpetuo y exclusivo. Dios mismo ratifica el consentimiento de los esposos. Por tanto, el Matrimonio rato y consumado entre bautizados no podrá ser nunca disuelto. Por otra parte, este sacramento confiere a los esposos la gracia necesaria para alcanzar la santidad en la vida conyugal y acoger y educar responsablemente a los hijos (n. 346)”.
A nadie debe asustar, por eso que “Los pecados gravemente contrarios al sacramento del Matrimonio son los siguientes: el adulterio, la poligamia, en cuanto contradice la idéntica dignidad entre el hombre y la mujer y la unidad y exclusividad del amor conyugal; el rechazo de la fecundidad, que priva a la vida conyugal del don de los hijos; y el divorcio, que contradice la indisolubilidad (n. 347)”.
El Papa Francisco ha confirmado en el Año de la Misericordia el sentido cristiano de comprensión, que empapa al Catecismo, cuando afirma para los católicos que se han vuelto a casar: “Hacia ellos la Iglesia muestra una atenta solicitud, invitándoles a una vida de fe, a la oración, a las obras de caridad y a la educación cristiana de los hijos (349)”.
http://www.lucidez.pe/opinion/ideologia-de-genero-dios-no-existe-por-federico-prieto-celi/
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