viernes, 9 de diciembre de 2016

Vida y misericordia

Vida y misericordia
“El valor del no nacido lo corrobora la ciencia y la investigación recta y veraz: todo el potencial humano está presente en el niño concebido en el seno de la madre. Basta pensar, razonar y rezar algo para darnos cuenta del misterio de la vida…”
Fernando Castro Aguayo /fcastroa@gmail.com

4 Dic, 2016 | “Porque tú eres el que me sacaste del vientre, (…) desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios” (Ps. 22, 10-11). Estas palabras puestas en boca del salmista, expresan el amargo ruego del hombre, y a la vez, que desde el mismo seno materno su vida pertenece a Dios.
Toda madre cuando engendra tiene el sentir profundo de llevar en sus entrañas a un niño. La violencia que tiene que hacerse una mujer o un hombre que es padre, ante la posibilidad de una interrupción voluntaria del embarazo es muy grande. Por eso, dicen que basta un ecosonograma para que ambos, papá y mamá, se den cuenta de la grandeza de la vida que lleva en su seno la mujer.
El santo Padre Francisco nos previene contra la cultura del “descarte” que se manifiesta en el pragmatismo y utilitarismo de desechar lo que molesta, estorba o incomoda. Este individualismo va en contra de la misma persona, creada libre para buscar en los demás y en Dios, la plenitud de sus facultades, sobre todo la de amar y servir.
Se aducen muchas razones para justificar el aborto. Se promueve por ser los abortos clandestinos un problema de salud pública. Otras veces, porque la sobrepoblación es un problema planetario. Muchas, para preservar la salud de la madre que se ve en peligro por el embarazo, por el no nacido. Otra, sencillamente porque ante la posibilidad de que el niño tenga una anomalía, se trata de evitar sufrimientos futuros a los padres y al que va a nacer. Y pudiera haber un largo etcétera porque cuando invoco que “yo soy libre de abortar”, no hay nada que me detenga. Por cierto, este es el slogan (“pro choice”) que se usa en nombre de la libertad para promover el aborto como “un derecho humano”.
Por eso los grandes aliados del aborto son algunos potentes capitalistas porque detrás hay “un negocio”. También hay aliados políticos, porque eso “atrae votos”. O ideologías eugenésicas tales como el nazismo. Es verdaderamente cruel e inhumano. Hemos visto como la internacional abortista Planned Parenthood vendía órganos de bebés abortados ante la mirada indiferente de millones de personas. Ideologías de exterminio concretadas en la práctica en pleno siglo XXI.
Pensar que la vida en el vientre materno es desechable tiene cada vez más opositores. No se puede negar lo obvio. La cultura occidental siempre fue pro-vida. En la religión católica se celebran con mucha devoción la Inmaculada Concepción de María, la Encarnación de Jesús, el nacimiento de María y la Navidad, el nacimiento de Jesús: no nacidos y nacidos. El valor del no nacido lo corrobora la ciencia y la investigación recta y veraz: todo el potencial humano está presente en el niño concebido en el seno de la madre. Basta pensar, razonar y rezar algo para darnos cuenta del misterio de la vida que se esconde en cada pareja humana. Por eso Dios bendijo al hombre y a la mujer diciéndoles “crezcan, multiplíquense, llenen la tierra…” (Gen 1,28). La misma vida es una bendición.
Evidentemente, que la irreligiosidad fomenta el desprecio por la vida, porque se olvida del Dios creador, providente y amoroso. El hombre se convierte en dios, y dispone de lo más sagrado que tenemos: la vida. Es entonces un verdugo de un inocente indefenso: el feto.
Todas estas consideraciones vienen porque el Papa Francisco ha dado a todos los sacerdotes la potestad de perdonar el pecado del aborto a quien arrepentido se acerque al sacramento de la confesión o reconciliación. Antes, por la gravedad de este atentado contra la vida del más débil, el no nacido, sólo podía absolver el obispo. Este gesto de misericordia muestra la infinita y cercana bondad de Dios. Va dirigido a quienes habiendo incurrido en abortos, con dolor sufren y se arrepienten.
Por experiencia afirmo que quienes por debilidad, fragilidad, miedo, coacción, confusión o ligereza han incurrido en abortos, necesitan mucha misericordia, ternura, consuelo y acompañamiento. Ninguna madre, ningún padre olvida un aborto directamente procurado. Causa daños, a veces, irreparables en la persona, aunque la misericordia de Dios la acompañe siempre. La misericordia de Dios devuelve la vida que la culpa, el dolor y la imposibilidad de reparar el daño causado niegan al que ha causado un aborto.
Nos alegra mucho que en las tradiciones de nuestros pueblos siempre se celebra la vida y la fecundidad, dones que atraen las bendiciones de Dios. Que esta Navidad nos ayude a valorar más el don de la vida, y veamos en el nacimiento de Jesucristo, cómo resplandece la familia, cuna de la vida. Le podemos pedir al Niño Jesús el agradecimiento por la vida y la misericordia. Es un buen regalo de Navidad.
http://www.elsoldemargarita.com.ve/posts/post/id:180478 

No hay comentarios:

Publicar un comentario