sábado, 12 de noviembre de 2016

Si Trump tuviera un 'accidente'...

Si Trump tuviera un 'accidente'...

La actitud moderada, conciliadora del Trump de las últimas horas contrasta poderosamente, no solo con lo que nos tenía acostumbrados en campaña, sino también, sobre todo, con la reacción histérica y a menudo violenta de los manifestante en las marchas financiadas por Soros. 

Los progresistas que sueñan -y son legión- con una muerte temprana del presidente electo Donald Trump harían bien en desearle larga vida. Si no les gusta Donald, a su sucesor institucional, Mike Pence, iban a aborrecerlo.

Carlos Esteban
Ahora llega, ya ha empezado, la fase de decepción y desconcierto. Decepción en su núcleo duro, en los fans más enloquecidos y entregados de Trump, que esperaban que su líder mantuviese en la victoria la chulería cargada de testosterona de su campaña; desconcierto en la prensa hostil ante un Trump que modera sustancialmente su mensaje en su primera alocución tras la victoria, que elogia a Hillary y parece insinuar que no habrá procesamiento y que dice considerar "un honor" colaborar con el presidente en funciones, Barack Obama.

La actitud moderada, conciliadora del Trump de las últimas horas contrasta poderosamente, no solo con lo que nos tenía acostumbrados en campaña, sino también, sobre todo, con la reacción histérica y a menudo violenta de los manifestante en las marchas financiadas por Soros. 
Trump es un populista de manual, aunque en realidad 'populismo' es otro nombre para la democracia. Pero el populismo, como la propia democracia, es solo una estrategia para llegar al poder, no un programa de gobierno. 
¿Significa eso que no habrá muro, que no habrá deportaciones, que no habrá moratoria a la entrada de musulmanes? ¿Incumplirá Trump todas sus promesas de campaña, traicionará incluso su personalísimo estilo para convertirse en un presidente más?
Es, naturalmente, una pregunta abierta, imposible de responder con certeza a estas alturas. Pero se me ocurren algunas cosas. La primera ya está dicha: nunca es lo mismo lo que se dice en campaña que lo que se hace en el gobierno, y esto vale lo mismo para Trump o para Rajoy, aunque el populismo de este último sea considerablemente más soso.
Pero hay otros factores evidentes. Trump, no nos hemos cansado de decirlo, ha llegado hasta aquí con la oposición furiosa del establishment en pleno. Trump, 1; Establishment, 0. Pero el partido no ha terminado ni mucho menos, y la élite, aunque herida -muy especialmente, la mediática- no está ni mucho menos derrotada. Trump se mueve en tierra hostil, y si pudo ganar sin aliados, no puede gobernar sin ellos.
Además, ni siquiera es presidente. Obama tiene hasta el año que viene, y Trump debe hasta entonces hacer lo que pueda para no asustar a los caballos y mostrarse 'presidencial' hasta su toma de posesión en enero. Tampoco entonces podrá ponerse a gobernar de verdad inmediatamente. Washington es una compleja maquinaria cuyos mandos están en manos ajenas, probablemente hostiles, que podrían ponérselo muy difícil. Tendrá que maniobrar, transigir, negociar y buscar alianzas en las tripas de la bestia. Digamos que hasta marzo, quizá abril, no veremos el verdadero estilo de gobierno de la nueva administración.
En cuanto a los peligros procedentes de sus enemigos más enconados, Trump cuenta con una póliza de seguro que el público pasa por alto pero que sus antagonistas tienen muy en cuenta: Mike Pence, el gobernador de Indiana que ha elegido como vicepresidente. 
Trump es un moderado, pese a su flamígera retórica. Ha sido demócrata casi toda la vida, y ni su vida personal ni sus declaraciones hacen pensar que la disolución moral de la sociedad americana le quite el sueño. No es exactamente un provida convencido, no tiene nada contra el matrimonio homosexual y le parece bien que sean los estados si los porros deben o no legalizarse.
Pero Pence es otra cosa, Pence es 'droga dura', 'the real McCoy', el producto genuino, por no recordar que, además, tiene experiencia política y de gobierno, sabe dónde está la sal y cuál es el cajón de los cubiertos.
Si Trump resulta ser Trump, hará cosas que horrorizan al campo demócrata, sin duda. Pero si le pasara algo a Donald, tendrían a Pence. Pence es la otra pata; en contraste con Trump, no es proteccionista y ha votado a favor del TTIP. No es su guerra.
Pero en temas sociales, ya es otra cosa. Pence es, hasta donde lo permite la política, un 'puro', un cruzado. Pence es un 'born-again Christian', un 'cristiano renacido' que cita la Biblia y al que no se le conocen escándalos, y mientras Trump ha mareado la perdiz cuanto ha podido, él ha declarado audazmente que piensa mandar Wade vs Roe -la sentencia del Supremo que convirtió el aborto en derecho constitucional- al basurero de la historia. Tiembla, Planned Parenthood.
En Indiana destacó por sus medidas provida y de ayuda al matrimonio natural y la familia, y el lobby LGTB le aborrece con especial saña. Cierto que ha titubeado en algunos asuntos, pero no creo que los progresistas quieran verlo con el poder de la Presidencia y las manos libres que le ha proporcionado la campaña de 'vuelo en soltario' de Trump. 

fuente http://gaceta.es/noticias/trump-tuviera-accidente-11112016-2015

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